Protagonistas erróneos

El baloncesto es un deporte maravilloso, y los que convivimos con él a diario lo tenemos siempre presente, sin embargo, en partidos como el del domingo, con una mayor cuota de atención por parte del público general, esa verdad que sabemos los habituales se revela al resto del mundo. Lo que las plantillas de Real Madrid y Barcelona nos dejaron sobre la pista del Wizink Center es una joya de partido, toda una final de Copa que los jugadores se encargaron de elevar a la categoría de partidazo, pero que, por desgracia, acabó con los protagonistas equivocados.

Fuente: Mundo Deportivo


Después de un partido trepidante, sobre todo en la segunda mitad, en la que el Madrid llegó a amasar una renta de 17 que parecía definitiva, incluso para los propios jugadores de Laso, que bajaron el pistón y permitieron al Barcelona entrar en el partido a golpe de triple y bajo el mando de un excelso Heurtel. Después también de que Sergio Llull (quién sino) mandase el partido a la prórroga en el último segundo, se llegó al final del tiempo extra con los  blancos 5 abajo, a 7 segundos del final. Apareció entonces la figura de Anthony Randolph para anotar un triple que devolvía el pulso al Madrid, y en el saque de fondo posterior comenzaron una serie de despropósitos arbitrales que iban a manchar irremediablemente el partido. Balón largo de Tomic en el saque (consumiendo los 5 segundos máximos para poner el balón en juego) que llega a las manos de Singleton en campo de ataque, y en disposición de anotar dos puntos fáciles que sentencian el partido, falla su lanzamiento a causa de una falta, ostensible de ser calificada como antideportiva del propio Randolph, que llega tarde al balance defensivo. A continuación, 2+1 de Carroll y balón para el Barcelona, tras tiempo muerto en campo ofensivo. Tomic intenta anotar con un aro pasado, falla y el rebote lo captura de nuevo Anthony Randolph, en una acción que en directo parece un tapón contra el tablero del americano, y por ello los árbitros deciden revisar la acción en el Instant-replay, para finalmente acabar concediendo incomprensiblemente, y en contra del reglamento, canasta a favor del Barcelona, y de este modo otorgar el campeonato al conjunto culé.

El poso que ha dejado este final es una mezcla de reproches, polémica y comunicados que nada tienen que ver con el juego, con lo que sucede en la pista y con el baloncesto en sí. Con la ya mencionada repercusión que conlleva un partido de estas dimensiones una actuación arbitral así, no hace sino dañar la imagen del deporte públicamente, más aún la de la propia ACB, ya con heridas y rasguños tras el lío de los calendarios y los ascensos y descensos. Más daño hace aún la posibilidad de que el Real Madrid, gran pilar y reclamo de audiencia se marche de la competición, ofendido por la falta de explicaciones claras por parte de la organización sobre lo sucedido la noche del domingo.

No he leído ni una línea aún que hable de la aparición estelar de Llull, del magnífico planteamiento inicial de Pesic, de cómo sostuvo Causeur al Madrid cuando más llovía, o de los vitales minutos de Claver en plena remontada braulgrana. Todo provocado porque tres señores decidieron ser protagonistas en un momento que no les tocaba.

Mario Vaquero.

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